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Corría el año 1943, cuando la educación se hizo obligatoria para los niños de 6 a 14 años en Quebec en virtud de la Ley 661. La educación se convertiría en la piedra angular de la carrera de una mujer de Quebec con valores transformadores. La educación se convertiría en la piedra angular de la carrera de una mujer quebequesa con valores transformadores.
A pocas brazas al norte del Parlamento de Quebec, donde entró en vigor esta ley, en la localidad de Montmagny, el pequeño Claude Bernier nació en el seno de una familia, cuando menos, vanguardista. Incluso antes de casarse, su madre era la única mujer del pueblo que tenía coche y, como empresaria independiente, llegó a fundar su propia compañía de seguros. Cuando formó una familia, en 1932, asumió el control total de la cartera del hogar, y todo ello en una época en que el derecho de voto de la mujer sólo se había concedido tres años antes en Quebec.
Ya de niña, Claude se adelantó a su tiempo, un liderazgo que mantendría durante toda su vida, guiando con tacto y vigor a otras mujeres para que siguieran sus pasos.
Pero su camino, como el de muchas otras mujeres de Quebec, estaba sembrado de escollos.
En 1966, se incorporó a Radio-Canadá como sustituta en recursos humanos, un sector que en aquella época seguía estando ocupado mayoritariamente por hombres. Pero Claude, impulsada por su lucha por los derechos de la mujer, pronto rompió con las convenciones impuestas por el patriarcado...
En 1974, Radio-Canadá tuvo que hacer frente a un importante cambio de personal, y la estabilidad era esencial en vísperas de los Juegos Olímpicos de 1976. En aquel momento, Claude ya contaba con una sólida experiencia, pero no con el reconocimiento de los títulos. Se le planteó el reto de resolver el problema de la rotación de personal, una tarea gratificante, pero delicada en muchos aspectos. Sin embargo, allí donde otros habían fracasado, ella consiguió brillantemente contratar a grupos que hasta entonces habían sido ignorados: jóvenes licenciados, personas con discapacidad visual y, sobre todo, mujeres para ocupar puestos de decisión, ingeniería y técnicos.
Con sólo 37 años, su éxito la catapultó a las más altas instancias del gobierno, donde se convirtió en Directora de Investigaciones de la Comisión Canadiense de Derechos Humanos.
Claude conoció el CECI en los años 80 a través de su implicación en la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (ACDI).
Conocí el CECI a finales de los años 80, cuando trabajaba para la ACDI. Durante mis viajes a varios países de África y Asia, vi la diferencia que la organización estaba marcando para la gente, y en particular para las mujeres de muchas comunidades. La misión y la ética del CECI sintonizan perfectamente con los valores que aprecio, razón por la cual soy miembro y colaborador desde hace muchos años. Por eso soy miembro y colaborador desde hace muchos años. - Claude Bernier
De 1995 a 1998, cuando aceptó un puesto en Filipinas, Claude contribuyó a aumentar de 15 a 150 el número de mujeres que trabajaban en el Banco Asiático. En esta parte del mundo, está de moda contratar sirvientas domésticas, pero ahora conoce un poco mejor a Claude... Para sortear esta cultura de servidumbre, financió la educación de los hijos de las empleadas a su servicio y les ayudó a convertirse en propietarios, lo que les permitió independizarse
Toda esta experiencia la ha llevado a descubrir un centenar de países donde está desplegando su modelo de contratación, que aprovecha al máximo las competencias de los profesionales marginados. Como resultado, personas con discapacidad o de orígenes étnicos diferentes están viendo cómo se les abren puertas que antes estaban herméticamente cerradas.
Incluso jubilada, Claude sigue siendo incansable: entre otras cosas, negocia y redacta la equiparación salarial de las profesoras en la función pública de Quebec.
Claude Bernier murió de forma repentina e inesperada el 17 de abril de 2024, pero deja tras de sí un legado vivo que ahora está en manos de cientos de personas que se vieron tocadas por ella a lo largo de su vida.
Más allá de sus innegables dotes profesionales, Claude poseía una notable inteligencia emocional, que le permitía tratar con suavidad y firmeza a quienes se oponían a sus convicciones. Tenía esa rara capacidad de ponerse en el lugar de los demás. Su generosidad, carisma y benevolencia la convirtieron en una auténtica mentora para quienes la rodeaban.
Marie-Hélène Lamarche recibió la influencia positiva de su tía, ya que se dedicó a enseñar a niños desfavorecidos en la guardería. En un momento dado, se dio cuenta de que una de sus alumnas estaba algo desatendida por su entorno familiar, porque su hermano y su hermana estaban enfermos y recibían toda la atención de sus padres. Marie-Hélène asumió el papel de hermana mayor de la niña, acogiéndola en su casa de noviembre a mayo, mientras la madre de la niña se encontraba en una situación precaria. Desde 2017, Marie-Hélène sigue siendo un refugio tranquilizador en la vida de esta niña.
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A través de este artículo, el CECI desea llamar la atención sobre el precioso legado y la generosidad de Claude Bernier. La Sra. Bernier hizo un legado al CECI para asegurar la continuidad de sus actividades. Nuestro más sentido pésame a la familia inmediata y ampliada de esta extraordinaria mujer.