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Entre bosques en llamas, inundaciones históricas y desigualdades persistentes, Bolivia está en la primera línea de los efectos del cambio climático. En este contexto, Damien Schneider, ingeniero franco-canadiense y voluntario de larga trayectoria, trabaja junto a las comunidades locales desde hace casi veinte años.
En febrero de 2025, La Presse informó que, según el Instituto Boliviano de Investigación Forestal (IBIF), más de 10,7 millones de hectáreas habían sido arrasadas por el fuego. Esta intensificación dramática de los fenómenos climáticos extremos evidencia la urgencia de actuar.
Residiendo en Bolivia desde 2005, Damien se ha involucrado con CECI en la prevención de incendios forestales y la adaptación al cambio climático. Ha colaborado con organizaciones como la organización Apoyo Para el Campesino-indigena del Oriente Boliviano (APCOB), el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) y el Instituto Charcas, en zonas especialmente sensibles como Torotoro y Sajama. Para él, el voluntariado internacional no se limita a compartir conocimientos externos; se trata, ante todo, de construir soluciones adaptadas a las realidades locales.
"La idea es encontrar una simbiosis entre las necesidades de las comunidades y los conocimientos técnicos de los expertos. Solo así los resultados son sostenibles", explica.
Ecosistemas afectados
En dos décadas, Damien ha observado un aumento de temperatura de al menos seis grados Celsius en algunas regiones. Una transformación drástica que intensifica los desastres naturales, altera los ecosistemas y afecta los mantos acuíferos.
"Hoy es mucho más marcado que antes", señala.
Las lluvias torrenciales que ahora caen en ciertas zonas provocan inundaciones graves, afectando directamente a las familias, los bosques y los recursos hídricos subterráneos, aumentando la vulnerabilidad que ya sienten las comunidades. Pero la consecuencia más visible sigue siendo el aumento de incendios. En la Amazonía boliviana, la práctica agrícola tradicional de roza y quema—cortar y quemar vegetación para fertilizar temporalmente los suelos—es cada vez más difícil de controlar. Con el cambio climático, a menudo se convierte en incendios incontrolables, liberando grandes cantidades de CO₂ y poniendo en riesgo los recursos hídricos.
"Algunas comunidades ya no tienen acceso al agua. A veces, las autoridades locales deben llevar cisternas, lo que genera estrés hídrico y también ralentiza la producción de alimentos", destaca Damien.
Radicado en Riberalta, Damien combina dos roles: voluntario internacional con CECI y bombero voluntario. Esta doble implicación le permite aplicar sus competencias directamente en apoyo a las comunidades, tanto en respuesta a emergencias como en la formación de brigadas locales.
A lo largo de los años, ha apoyado la creación de brigadas comunitarias, formado guías y participado en talleres de primeros auxilios, especialmente en las altas montañas de Sajama.
Comunidades vulnerables pero resilientes
La crisis climática está aumentando la precariedad: las cosechas disminuyen, la inseguridad alimentaria crece y las viviendas construidas al borde de los bosques—con frecuencia con materiales vulnerables, como techos de hojas—están especialmente expuestas a los incendios.
En este contexto, las mujeres participan cada vez más, incluso en roles que antes les eran inaccesibles, como guías, socorristas o líderes comunitarias. Su movilización revela un gran potencial de liderazgo, aunque los estereotipos de género continúen limitando su participación.
"Se les están dando puestos que no estaban acostumbradas a ocupar, y los resultados en términos de coordinación son mucho mejores", observa Damien.
Según él, esta eficacia se debe, en particular, al papel central que las mujeres desempeñan en las redes familiares, lo que facilita el flujo de información y la movilización colectiva durante las crisis. Su participación refuerza la resiliencia de las comunidades y subraya la importancia de eliminar las barreras culturales.
"Estamos haciendo un gran esfuerzo para alcanzar una verdadera equidad y derribar estas barreras", insiste.
Para Damien, el voluntariado internacional solo puede tener un impacto duradero si está profundamente conectado con las realidades locales.
"La-o-s experta-o-s deben adaptarse para crear soluciones locales. Es la única forma de garantizar que, incluso cuando el voluntario se haya ido, los resultados perduren.", concluye.