Historia de éxito
A lo largo de mis 25 años de trayectoria en el sector del café en Quebec, como importadora y tostadora de café de especialidad, reflexionaba sobre la manera de compartir mi experiencia con mujeres inmigrantes interesadas en el sector cafetero. Jamás habría imaginado que este deseo de compromiso me conduciría a una colaboración directa con una emprendedora cafetalera en mi país de origen, Ruanda. ¡Qué coincidencia!
Al interesarme de cerca por las actividades del CECI, fue gracias a su programa Mujeres Emprendedoras Solidarias, implementado en el marco del Programa de Cooperación Voluntaria (PCV), que este encuentro fue posible. Cuando escuché y leí la descripción del programa en su sitio web, ya me veía trabajando. Colaborar con una mujer emprendedora en otro país, compartir y transmitir mis conocimientos, aprender de ella, me brindaba satisfacción y un nuevo sentido a mi trayectoria.
Mis inicios como emprendedora en el mundo del café fueron una verdadera escuela de resiliencia y perseverancia. Con esta experiencia, deseaba ofrecer un apoyo moral y profesional, tan necesario sobre todo cuando se es mujer en un entorno mayoritariamente masculino. De hecho, ser mujer en el sector del café—un producto que se negocia en la bolsa y donde los grandes actores no hacen concesiones—es un doble desafío. Para enfrentarlo, se requiere trabajar más y mejor, alcanzar una buena calidad y asegurar una comunicación eficaz sobre el producto. Lo que más me motivaba era colaborar con una mujer del continente africano. Para mí, este intercambio tenía una resonancia especial y reforzaba el sentido de mi compromiso con el CECI. Participar en un programa de mentoría recíproca en emprendimiento femenino representa, para mí, una forma de solidaridad en la que las emprendedoras comparten sus saberes para informarse mutuamente, enriquecer sus experiencias y avanzar en un espíritu de colaboración.
El equipo del CECI me brindó la información, la orientación, el acompañamiento y toda la preparación necesaria para vivir la experiencia de voluntariado en Ruanda.
Mi mayor sorpresa fue descubrir un país en plena transformación en los ámbitos económico, social y tecnológico, con iniciativas ambientales inspiradoras, concretas y visibles en la vida cotidiana. Entre estos cambios destaca el progreso alcanzado por las mujeres en la industria del café. Actualmente, cerca del 50 % de las estaciones de lavado y de las cafeterías son gestionadas por mujeres.
Tuve el privilegio de colaborar con Laetitia Kayitesire, fundadora de Saké Coffee, una empresa local comprometida con la producción de café de calidad y con el fortalecimiento del empoderamiento de las mujeres. Esta colaboración me permitió identificar las necesidades esenciales de Saké Coffee y contribuir al desarrollo de un modelo económico inclusivo y sostenible, tanto en lo social como en lo ambiental. Más allá de la excelencia de su café, Saké Coffee se distingue por su compromiso con las productoras, ofreciéndoles un espacio de aprendizaje, de organización y de crecimiento colectivo. Laetitia encarna una fuerte solidaridad femenina: consciente de las realidades y de las necesidades de sus trabajadoras, invierte en la creación de soluciones sostenibles, como actividades generadoras de ingresos, para mejorar las condiciones de vida de las familias rurales mediante la sinergia y la acción colectiva.
Quedé profundamente impresionada por su voluntad y determinación de posicionarse en el mercado del café, tanto a nivel local como internacional. Ya sea desde el sector privado o desde el ámbito cooperativo, todas aspiran a ocupar un lugar más importante y a hacer valer su liderazgo. Tuve la oportunidad de visitar algunas asociaciones de mujeres emprendedoras que se han agrupado para reforzar su poder de acción, aumentar su visibilidad y desarrollar un modelo de negocios que valorice su saber-hacer. Tal es el caso de Question Coffee, una empresa social que reúne a productoras del este, sur, norte y oeste de Ruanda. Es un excelente ejemplo de colaboración cooperativa que busca fortalecer la visibilidad y el poder económico de las mujeres en el sector cafetero.
Como emprendedora canadiense, mi experiencia y conocimiento del sector del café fueron una ventaja. Pude compartir mi saber y una visión desde adentro sobre los retos de la importación y exportación. También intercambiamos sobre los parámetros indispensables para alcanzar una clientela extranjera y aumentar la presencia en los mercados internacionales.
A pesar de estos avances, persisten desafíos, en particular en lo que respecta a la estructuración organizacional de sus empresas. Estas emprendedoras trabajan sin descanso para vender su producto, al mismo tiempo que asumen una importante carga doméstica. Esta doble responsabilidad deja poco tiempo para la gestión estratégica y el crecimiento de sus negocios.
En un sector en constante evolución, donde los precios del café fluctúan según las bolsas de valores, estas mujeres ganan mucho al tener acceso a información estratégica: tendencias de mercado, expectativas de compradores y compradoras, innovaciones en la presentación de productos—elementos esenciales para posicionar mejor su café a nivel internacional. Con este objetivo, trabajamos en herramientas de comunicación y marketing, así como en un sistema de recolección de datos para el seguimiento de operaciones.
La comunidad de trabajadores y trabajadoras del sector merece atención para mejorar el nivel de vida de sus familias, ya que en su mayoría son mujeres que contribuyen significativamente a la salud financiera de la empresa, pero cuyos ingresos siguen siendo precarios. Trabajar con y junto a estas mujeres, emprendedoras y trabajadoras, ha sido una lección de audacia, determinación y deseo de aprender.
Mi estadía en Ruanda fue profundamente formadora: regreso enriquecida, con nuevas perspectivas. Mi mirada como importadora y tostadora de café ha cambiado. Esto me permitió comprender mejor los desafíos que enfrentan las comunidades de mujeres que trabajan en el café, lo cual orienta ahora mi labor y me permite sensibilizar mejor a las y los consumidores en Canadá.
Gracias a nuestros socios financieros y de implementación, sin los cuales este proyecto no sería posible. El programa de cooperación voluntaria del CECI se lleva a cabo en colaboración con el Gobierno de Canadá.