Apoyo a la agricultura en el Norte y el Noreste

Las agricultoras y los agricultores beneficiarios recibieron las semillas de calidad que necesitaban para desarrollar sus parcelas (maíz, guandules, esquejes de yuca y patata, plantones de ñame, rizomas de jengibre).

El apoyo que recibieron a lo largo del proyecto también incluyó un servicio de preparación del suelo (arado), una subvención para la siembra y sesiones de formación sobre los principales cultivos ofertados, para mejorar sus conocimientos técnicos. En estos talleres se trataron tanto técnicas de producción nuevas y mejoradas (cultivo en caballones de la mandioca y el jengibre, por ejemplo) como formas de controlar las plagas (el control de las plagas de la patata y el maíz estaba cubierto por el proyecto).

Además, para que dispusieran de herramientas básicas adecuadas y de calidad y pudieran seguir trabajando una vez finalizado el proyecto, se les entregaron kits con cuatro herramientas (azada, machete, pico y pala) como prima de éxito. Por último, se formó a agentes de extensión para que transmitieran información a las agricultoras y los agricultores, tanto en términos medioambientales (introducción de técnicas más respetuosas con el medio ambiente) como comerciales (asesoramiento sobre cómo penetrar mejor en los mercados locales y aumentar los ingresos).

Para alcanzar estos objetivos, el CECI trabajó en estrecha colaboración con la población local, tomándose el tiempo necesario para comprender las prácticas agrícolas actuales en las comunidades objetivo. El objetivo era, por una parte, basarse en las buenas prácticas existentes en la zona y, por otra, evitar crear una dependencia del apoyo exterior a la comunidad. La noción de sostenibilidad se planteó a lo largo de todo el proyecto, tanto en términos de apropiación local de las acciones llevadas a cabo como de introducción de la noción de igualdad de género en las prácticas.